LORO VIEJO NO APRENDE A HABLAR
Artículo de Ernesto Ladrón de Guevara, portavoz de Unidad Alavesa,
en “La Razón” del
06/07/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
El título de este artículo corresponde a una respuesta del Sr. Anasagasti cuando
un profesional de la comunicación le preguntó por qué él no sabía euskera cuando
los nacionalistas ponen tanto empeño en exigírselo a los demás. Pues bien. Hay
centenar y medio de loros viejos que van a perder sus trabajos en la
administración educativa vasca no por no saber euskera ¬que muchos de ellos lo
saben aunque hayan suspendido las pruebas de acreditación del perfil
lingüístico¬ sino por no haber pasado el filtro que da a algunos una presunta
capacidad para enseñar en el sistema educativo vasco que no tenemos los demás
docentes, aunque seamos ¬ése es mi caso¬ doctores en pedagogía.
En el País Vasco la capacidad pedagógica no la da la Pedagogía sino la
adscripción criptonacionalista, que es la extraña y enigmática esencia
etnocultural que ningún nacionalista es capaz de definir más allá de la
asignación de las personas en las dos clasificaciones de ciudadanos existentes
en el País Vasco, que son la de los nacionalistas que pretenden la separación de
los vascos del resto de España y la de quienes no lo son y más o menos aspiran
exclusivamente a ser ciudadanos con derechos y obligaciones, es decir sujetos a
esas reglas de juego contenidas en la Constitución.
Esos loros viejos han impartido docencia durante más de quince años y rondan
el medio siglo de existencia, pero a esos loros viejos les quieren expulsar de
su trabajo sin indemnización ni paro ya que son contratados administrativos que
hasta ahora tenían derecho a un trabajo fijo, es decir indefinido, en la
Administración. A cualquiera de esos trabajadores se les reconocería el derecho
a la regulación tutelada de empleo, es decir a la jubilación anticipada, o a la
indemnización, o a la baja incentivada como le llaman ahora al ir al paro
mediante una compensación económica. Pero a éstos ni agua. La Sra. Iztueta que
no merece el tratamiento de señora por su bajísima dignidad, entiende que a esta
pobre gente no hay que darle la más mínima conmiseración. No en balde no han
sido capaces (o no han querido reconocerles la capacidad) de alcanzar la
capacitación lingüística; es decir no han querido reconocerles que son loros
viejos como al Sr. Anasagasti que sigue disfrutando de las prebendas de la
política a pesar de ser loro viejo. Todo eso gracias a sindicatos antiobreros
como LAB, STEE-EILAS y ELA que luchan aparentemente por proteger a los obreros
mientras que destruyen sus puestos de trabajo obligando a empresas a
deslocalizarse (así se le llama ahora a cambiar su sede social y productiva), y
que no se les cae el moco cuando dejan, gracias a su firma, a 181 trabajadores
de la enseñanza en el paro, sin componenda por no tener el label «basco» de
calidad que es la etnicidad euskerica.
Pero esto no sucede porque sí. Hace veinte años que se está produciendo una
diáspora silenciosa del profesorado por la presión
político-lingüístico-sindical. El resultado es la evolución del voto sindical en
las elecciones de ídem que muestra una clara mutación ideológica del profesorado
desde posiciones de profesionalidad pura y dura a un compromiso claro con la
construcción nacional. Quien quiera comprobarlo no tiene más que ver cómo fueron
los resultados de las primeras elecciones sindicales en 1986 y comprobarlas con
las de 18 años más tarde. Son datos estadísticos que revelan la limpieza
ideológica en el seno del sistema educativo público vasco y que tiene mucho que
ver con la transformación de un sistema educativo en otro adoctrinador, o lo que
es lo mismo: el paso de una escuela pública en su sentido estricto a una escuela
nacional, cuyo paradigma más significativo fue el sistema franquista de escuela
nacional donde el pluralismo no era precisamente la nota dominante.
Y ése es el problema de fondo. Si no, no tendría explicación que más del 60
por ciento suspenda las pruebas de acreditación del perfil lingüístico, ni que
profesores con muchas canas en la cabeza, con acumulación de títulos académicos
y profesionales, con muchos lustros de ejercicio profesional y acaudalado
currículo, hayan optado por irse a otros lares; o que los que no han podido, por
no querer o por no ceder, soporten la indignidad de realizar funciones que nada
tienen que ver con las oposiciones o sistema de acceso que ganaron un día para
hacerse hueco en el escalafón docente. La pregunta del millón es ¿qué es lo que
ha pasado en este país para que este tipo de cosas sucedan?