EXTRAÑO EN MIS TIERRAS
Carta de un lector a “LA
VANGUARDIA” del 31-5-03
El olor del eucalipto me recuerda a Lobón, mi pueblo natal. Allí se mezclan el
aroma de los campos con los humedales del Guadiana y de los regadíos. En las
noches de verano, los grillos y el intenso calor no me dejan dormir, y muchas
noches me alivio con la fresca brisa que viene del río, sentado en el umbral de
la casa de mis abuelos.
Recuerdos de olores, gentes sencillas, hogar de mis padres, de mis ancestros. Y
sin embargo, cada verano, cuando regreso al lugar que me vio nacer buscando el
descanso de un año de trabajo, mi mirada acababa dirigiéndose al nordeste, a la
Catalunya que me crió, que acogió a mi familia cuando yo era un crío de 4 años,
y sentía añoranza del aroma de los pinos, de mis amigos de siempre, de recuerdos
de la vida de una humilde familia de emigrantes que eligió esta tierra para
echar raíces; sentimientos profundos, arraigados en toda una vida, asimilado en
mi amada Catalunya. Y pese a todo, nunca pude dejar de mirar al sudoeste con la
misma nostalgia y deseos de volver.
¿Lucha de sentimientos? Cuando veo jugar a los políticos con estos sentimientos
siento dolor en el corazón. El dolor de la ofensa a mis seres queridos, a mis
padres, a mis abuelos, a mí mismo. Aún tengo que ver como los pensamientos
excluyentes manipulan, generalizando comportamientos, como si sentirse de un
país, Estado o nación significase tener determinada tendencia política.
Yo no tengo tendencias, sólo quisiera dejar de sentirme un extraño por donde
quiera que voy, y cada día que pasa me cuesta un poco más.
MIGUEL Á. BELTRÁN
Santa Perpètua de Mogoda