LOS PUENTES IDEOLÓGICOS
Artículo
de Cristina Losada en “Libertad Digital” del 28/04/2004
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un breve comentario al final:
ESQUIZOFRENIA Y LIBERTAD (L.
B.-B., 28-4-04, 20:00).
André Glucksmann, que acaba de
publicar Occidente contra Occidente, dice que somos "pasajeros
de un Titanic en potencia". Si se me permite seguir con el símil, el
terrorismo de signo islamista constituye la punta de los icebergs entre los que
navegamos. Está a la vista y es verdaderamente amenazadora, pero con todo, lo
peor es la base sumergida, que está entre nosotros, y es ideológica: la enorme
difusión de creencias y actitudes que generan comprensión hacia los violentos,
difuminan la naturaleza totalitaria del terror, e inducen a una pasividad
suicida.
El grueso de ese sustrato ideológico
procede de la izquierda, pero en ocasiones lo comparte la derecha. Así sucede
con la causa palestina, que ha sido uno de los puentes por los que ha
entrado en las sociedades occidentales la simpatía hacia la causa árabe, y
hacia el islamismo, que se ha apropiado de aquella. El pañuelo palestino está
en el guardarropa de la izquierda occidental desde hace dos generaciones. En la
primera intifada, los islamistas se hicieron con el control frente a la
OLP, y la simpatía se trasladó también a ellos, como ya antes la había tenido
Jomeini. Sin ponerse el pañuelo, la UE ha apoyado y financiado la famosa causa.
En Europa, izquierda y derecha se han mostrado, en cambio, abiertamente
hostiles a la causa de Israel. Miles de telediarios y artículos justificando de
hecho el terrorismo suicida, tienen al fin su efecto; para eso está el cuarto
poder, ¿o no?
Los restos del marxismo vulgarizado
mascados con el tercermundismo y otras hierbas formaron un discurso
anti-occidental, que sirve de pasarela para el desembarco de casi cualquier
cosa. Esto tampoco empezó antesdeayer, proviene de la izquierda, y no ha sido muy
contestado desde la derecha. En las sociedades prósperas ha calado el axioma de
la maldad intrínseca del sistema capitalista y por extensión, tras el apagón
del comunismo, de la maldad de la cultura occidental. La idea de que todas las
culturas son mejores que la nuestra, de que todas –menos la nuestra- son
valiosas y deben preservarse de su engullimiento por Occidente (por USA), lleva
muchos años trotando por los foros del mundo de raíz judeocristiana. A grosso
modo, todo eso ha conducido a la fascinación por otras culturas,
incluida la islámica (aceptándose su apropiación por los fanáticos) y a la
extensión de un sentimiento de culpa –genuinamente judeocristiano- que ha
abonado los impulsos autodestructivos.
Quien vive hoy en una sociedad
próspera y abierta, tiene pocos argumentos para defender sus
"valores" frente a quienes aparecen como defensores de otros
"valores" y de la causa de "los oprimidos". Más bien
pensará que los suyos son tan buenos o mejores que los nuestros, que nosotros,
ricos, somos culpables de que ellos sean pobres, y que la violencia, aunque
repugnante, es comprensible. Glucksmann decía en una entrevista en ABC
(18-04-04) que son las generaciones europeas que "han vivido sin guerra"
las que "están intentando esconder la cara". Esas generaciones
hemos estado intensamente dedicadas a lo que Michel Houellebecq llama el
consumo lúdico-libidinal de masas, y alejadas no sólo de la práctica, sino
también del conocimiento de los "valores" de nuestra cultura.
Ablandados por el confort, educados en el mínimo esfuerzo, dando por sentado
que la prosperidad y la libertad son inamovibles o prescindibles, no pocos
ciudadanos de las sociedades occidentalizadas se hallan indefensos ante el
ataque a "su civilización". Indefensos por voluntad propia, o por
mejor decir, por falta de voluntad. Los hay que ni siquiera reconocen el
peligro; esto del terrorismo islamista los ha pillado en medio de la película
con la boca llena de palomitas, y un agradable sopor en las neuronas.
BREVE COMENTARIO: ESQUIZOFRENIA
Y LIBERTAD
(L. B.-B., 28-4-04, 20:00).
Si a la indefensión,
narcotizada por el bienestar, de la gente corriente del mundo occidental le
añadimos la acción de ciertas élites masoquistas que se autoflagelan por el
capitalismo, el colonialismo y la hegemonía norteamericana, no cabe más
diagnóstico y previsión que la de la decadencia y el suicidio de Occidente.
Si leen el artículo de Santiago Carrillo "Hablemos claro" del día 26 se encontrarán
una muestra de la incapacidad de ciertas élites para defender nuestra
civilización. Se trata de cargarnos de culpas y negar la evidencia. Negar la
evidencia de que existe un enemigo totalitario que se entrega al delirio
político y religioso esquizofrénico de la búsqueda de paraisos demenciales,
llámense Euskalherría, la Gran Palestina, o el Califato. Y contra esto no
cabe la huída con el rabo entre piernas, sentimiento de culpabilidad y golpes
de pecho, cediendo a unos media España y Francia, a
otros Israel y a otros media Europa, Al Andalus y todo el Oriente Próximo.
Y tampoco cabe pensar en pseudosoluciones como la de encargar a la
jaula de grillos del Consejo de Seguridad la defensa del mundo Occidental con
el apoyo de los países árabes... por cierto, ¿de cuáles? ¿Qué país árabe puede
defender hoy la libertad consecuentemente?
Y por lo que se refiere a Palestina, llevamos veinte años con un
proceso de paz que, curiosamente, siempre que se está a punto de alcanzar su
estabilización, resulta bombardeado por los "considerados terroristas"
(Carrillo) de uno u otro bando. Pero, principalmente, por los terroristas
islámicos.
¿No son capaces de entender nuestras élites progresistas que el
Gran Satán tejano ha sido el primer Presidente norteamericano en proponer la
creación de un Estado Palestino?
Pero ese Estado palestino, conviviendo junto al de Israel, no es el
que quieren los "considerados terroristas" (Carrillo), sino aquel que
acabe con Israel y se apropie de toda Palestina.
En fin, intentando acercarme al estudio y empatía con la
élite postmoderna que nos gobierna, estos días, a la vista de los
acontecimientos, se me acaban de ocurrir diversas ideas progresistas que deseo
proponer al nuevo Gobierno:
1.- Que promuevan en el Consejo de Seguridad una resolución, que
será aprobada probablemente por unanimidad, por la que se extinga la guerra
como forma de resolver los conflictos en el mundo. Estaríamos, de ese modo,
reviviendo a Briand y Kellog, en lugar de a Churchill.
2.- Que promuevan en el Consejo de Seguridad una resolución por la
que sólo se justifique el terrorismo cuando el autor sea pobre. Con ello se
conseguiría que ETA y Al Quaeda desaparecieran.
3.- Alternativa o complementariamente, que desde las Naciones Unidas
se promueva la firma de varios cientos de tratados internacionales con
las organizaciones terroristas, por las cuales éstas se comprometan a abandonar
las armas y defender la paz.
4.- Complementariamente, y actuando en nombre de "El Estado
español", que se envíe a Carod Rovira a Pakistán a entablar diálogo con
Bin Laden, a fin de instrumentar la aplicación de las medidas anteriores.
5.- En el ámbito doméstico, que se pongan en marcha a todos
los niveles mecanismos de diálogo y buen talante para resolver todos los
problemas políticos: que se abandonen las Cortes Generales, que no han dado
resultado durante tantos años, y se constituyan mesas camillas, salones de té,
discotecas, y otros foros de "diálogo hasta el amanecer", a fin
de poner coto a tanto autoritarismo centralista.
6.- Asimismo, que se forme un Gobierno paritario de verdad, pues el
actual no lo es: tendría que ser paritario a tercios, compuesto por hombres,
mujeres y bisexuales. E incluso, sería conveniente que se buscara un equilibrio
entre bajos/as/is, altos/as/is, morenos/as/is y rubios/as/is.
En fin, uno tiene sus límites de creatividad, además de los
ideológicos: seguramente formo parte de la carcundia nacional e internacional,
pero he hecho un esfuerzo por rebasar mis limitaciones. Ojalá que nuestros
líderes del PSOE-PSC ---¡por separado, eh!---, IU y ERC, que tan dignamente
representan la tradición histórica de la izquierda consistente, coherente y
responsable de nuestro "Estado", elaboren propuestas más originales
para orientar al país.