AZNAR = BIN LADEN
Artículo de Cristina López Schlichting en “La Razón” del 24/09/2004
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un comentario al final: DEGRADACIÓN (L. B.-B., 26-9-04, 19:00)
«Hay una inquietante similitud entre Aznar y Bin Laden» sentenciaba ayer el editorial de «El País». La frase
ha noqueado a mucha gente por su crueldad, pero me temo que no es un error de
gacetillero principiante. Lo digo porque a mí me ha recordado esa otra del Gran
Wyoming, tras las elecciones del 14-M: «Cómo estaríamos de hartos, que hemos
preferido Al Qaeda a Aznar». Hay más de uno en la izquierda que compara el
enemigo real al contrincante político, e incluso lo prefiere. Con esto concluyo
dos cosas. Primera, que cierta España sigue en el guerracivilismo,
en el odio cainita, en sacar los muertos y tirárselos al otro a la cara.
Segunda, que hay quien no se entera de lo que está pasando en el mundo.
Encenagado en el follón de Irak, que trajo a Zapatero al poder, «El País» no se
da cuenta de que hay una guerra mundial. Un conflicto sin fronteras y con
táctica de guerrilla que lo mismo mata en Afganistán que en Indonesia, Yemen,
New York o España. Yo no niego que haber participado en el conflicto iraquí
haya contribuido al 11-M; tampoco justifico la invasión de Irak; lo que digo es
que nuestros 192 muertos y 1.500 heridos no se deben sólo ni principalmente a
eso, como repite el PSOE. Hay una guerra del Islam integrista contra Occidente,
y España es uno de los principales objetivos porque fue musulmana y se perdió
para la causa. En la primera gran expansión islámica, las huestes de Mahoma se
extendieron rapidísimamente de Damasco hasta los Pirineos. Hasta tal punto este
dato histórico está grabado en el subconsciente del mundo árabe, que hace tres
años, como motivo de un reportaje para «El Mundo» que me llevó al Yemen,
descubrí que los yemeníes tiene a gala haber participado en la conquista de Al-Andalus (así llaman a España) y lo repiten a todo español
que llega a su remoto país. Por eso José María Aznar ha dicho en Georgetown lo
que «El País» le criticaba ayer, que «el problema de España con Al Qaeda
empieza en el siglo VIII» (con la invasión árabe del 711) y que «España rechazó
ser un trozo más del mundo islámico», pues «cuando fue conquistada por los
moros, rehusó perder su identidad». Para la izquierda que sigue creyendo en el
falso mito medieval de las tres culturas judeo-cristiana-árabe
que convivían felices y en paz, es lógico que estas afirmaciones resulten un escándalo. Prefiere pensar que el terrorismo
internacional no es más que la reacción del Tercer Mundo a la explotación, la
pobreza y la injusticia. Y que las cosas se arreglan compartiendo. Yo soy
partidaria de compartir, pero ¿por qué nos atacan sólo musulmanes y no
hispanoamericanos y asiáticos? ¿Y por qué el núcleo duro de Al Qaeda no son
pobres, sino riquísimos jóvenes saudíes y egipcios, de la mejor burguesía,
educados en colegios británicos? No, el problema es más complejo. Se llama
fanatismo ideológico. Se llama guerra santa. Aznar no se inventa el pasado.
BREVE COMENTARIO: DEGRADACIÓN (L.
B.-B., 26-9-04, 19:00)
Resulta no sólo aburrido y
desesperanzador, sino ya indignante el nivel de degradación a que está llegando
el liderazgo del país gracias a la incompetencia del Gobierno y sus portavoces
en los medios (léase "El País", "La SER", "El
"Periódico", "Telecinco", "CNNplus"
y otros).
"El País" ha rebajado al
nivel mínimo su imagen de profesionalidad e independencia con el
insulto a Aznar de estos días, pero este es el último hecho de toda una
trayectoria que comienza hace año y medio, y refleja el estancamiento y
sectarismo de los residuos de la generación del 68 y sus herederos. La "intelligentsia" política de la izquierda de este país
está estancada y decadente desde hace tiempo, y los grupos políticos y de
comunicación que la expresan están creando un problema serio para la
estabilidad, cohesión y progreso del país. Estos pseudoprogresistas
que diseñan la línea editorial de los medios mencionados, y ejercen la
dirección de los partidos de la izquierda histórica española, están conduciendo
al país al desastre.
¿Cómo es posible, por ejemplo, que
"El País" haya descendido de categoría tan radicalmente que aburre ,sin ser capaz de servir de acicate para el análisis
de la realidad? ¿Cómo es posible que el Presidente del Gobierno, Rodríguez
Zapatero, diga tal cúmulo de sandeces con tanta asiduidad? ¿Qué queda del PSOE?
Cuando leí que ZP aseguraba que si el
resto de las tropas de la coalición multinacional se retiraban de Irak el país
iría mejor, me eché las manos a la cabeza, así como cuando leí aquello de la
igualdad de sexos y el terrorismo, al igual que cuando leí su discurso en las Naciones
Unidas.
Pero además me da la impresión que
todos estos desaciertos no tienen solución, puesto que se derivan de que al
frente del país está una persona inadecuada para el puesto que desempeña. No se
puede presidir el Gobierno de un Estado y ser pacifista: esa ideología resulta
adecuada para algunas ONGs, algunos grupos políticos
alternativos y marginales, algunas personalidades sociales, y sectores de
ciudadanos poco educados políticamente. En fin, que a ZP habrá que empezar a
contemplarlo bajo la imagen de aquellos "hippies " de finales de los
años sesenta, pero ahora incrustados en las instituciones.
La diferencia entre ZP y Aznar se
refleja muy bien en los discusos de ambos de estos
días: Aznar afirma que el terrorismo global ha declarado la guerra a Occidente
y a la libertad y que es un enemigo contra el que no se puede luchar mediante
la disuasión y la contención, pues no tiene territorio ni posición
identificable. Por eso, en ocasiones será necesaria la guerra preventiva contra
aquellos Estados que amparen y fomenten estas redes del fundamentalismo
islámico.
ZP, por el contrario, se limita a
propugnar una política consistente en la defensa de los principios, mecanismos,
instituciones y políticas anteriores al 11S, sin casi mencionar la política antiterrorista.
Su fórmula política no es capaz de distinguir el corto y el largo plazo y
ordenar prioridades, ni definir la política necesaria para este momento
en su globalidad. Es cierto que hay que ayudar e impulsar la reforma del mundo
islámico, pero eso llevará al menos medio siglo. Y para entonces, si no
formulamos una política antiterrorista efectiva para el corto plazo, ...todos calvos y radiantes.
Por otra parte, no vale acusar al
adversario de defender cosas que no defiende, como la guerra de civilizaciones.
Este es el objetivo del fundamentalismo islámico y de nadie más.
Y en relación con lo anterior, me
interesaría plantear algo que todo el mundo elude: la política antiterrorista
no sólo puede hacer necesaria la guerra preventiva en situaciones límite, sino
que también exige y exigirá acciones de inteligencia y represión heterodoxas
desde el punto de vista democrático. No es posible actuar democráticamente
contra aquellos que no lo hacen en un mundo selvático, en el que el
fundamentalismo islámico utiliza la libertad para destruirla... Volvemos al
dilema del GAL: ¿qué ha de hacer un demócrata frente a un grupo terrorista en
un territorio estatal ajeno que le permite actuar sin límites? ¿Qué hace un
Estado democrático en su política internacional contra el terrorismo cuando
éste actúa desde países no democráticos que lo amparan?
Estos días Alonso de los Ríos, desde
"ABC", definía la política de ZP como "El asalto a la razón",
y por eso comentarla resulta difícil y embarullado, así que disculpen el cierto
nivel de desorden de este comentario. Pero sigamos:
Esta semana les comentaba a mis alumnos
que la única explicación razonable que encontraba a la afirmación de ZP de que
la igualdad de sexos es el instrumento más efectivo contra el terrorismo era un
poco pedestre: yo pensaba que Zapatero se estaba refiriendo a que había que
trastocar el sistema de motivaciones de los terroristas. En efecto, si contra
los terroristas la represión es inefectiva, ya que buscan el martirio para irse
al paraíso con las huríes, lo que habría que hacer es ponerles a las huríes a
tiro en la tierra. Se me ocurría también que a las terroristas habría que
tratarlas con igualdad y sin discriminación... Pero esta interpretación
esperpéntica y pedestre habría que situarla a otro nivel para que adquiriera
sentido racional y dignidad: se trata de impulsar el avance hacia la libertad
en todos los niveles de la cultura y la sociedad islámica para acabar con el
fanatismo terrorista. En fin, ya ven a qué niveles hermenéuticos es preciso
llegar en algunas situaciones.
Otro de los comentarios que se me
ocurrieron se refería a la idea de ZP en Túnez de que sería conveniente que los
países disolvieran la coalición multinacional abandonando Irak, para que
éste país se estabilizara. Con ello, les dije que se conseguiría que Hussein no
fuera procesado sino puesto en libertad, que sus sicarios insurgentes tomaran
el poder y que comenzara de nuevo el gaseamiento de
kurdos y chiíes, pero esta vez con motivaciones fundamentalistas. De ese modo,
la estabilidad de Irak se recuperaría.
En fin, cansado de intentar argumentar
racionalmente sobre material deleznable, al final les recomendé que vieran de
nuevo la película de "Bien venido Mister
Chance". ¡Buuufff!