UNA CATARSIS
Artículo de FRANCESC-MARC ÁLVARO en “La Vanguardia” del 11/10/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
El próximo referéndum sobre el tratado mal llamado Constitución europea
constituye para el mundo del catalanismo algo equivalente (pero nada parecido) a
lo que fue para el universo de la izquierda española el referéndum sobre la
permanencia de España en la OTAN, el 12 de marzo de 1986, bajo la presidencia
del socialista Felipe González. En aquel entonces, la consulta sobre la
organización militar atlántica dividió a la izquierda, empezando por el
mismísimo PSOE (cuya dirección pasó del no doctrinal al sí de la realpolitik)
y generó un enorme debate público que fue una gran catarsis, en la que no
faltaron viejos demonios históricos de unos y otros. La OTAN fue una ocasión
para hablar de muchas otras cosas que iban más allá de los asuntos de defensa y
política exterior. Eran restos que desde 1975 quizás nadie había removido.
Partidos, colectivos, asociaciones y personajes públicos (intelectuales, sobre
todo) tomaron partido, muchas veces con una virulencia inusitada. De aquellos
años, recuerdo con admiración la estampa de un profesor de Filosofía de mi
instituto, militante socialista que hacía campaña por el sí, enfrentado casi en
solitario a todos sus compañeros de claustro (comunistas, anarquistas,
posthippies y demás) que machacaban por el no dentro y fuera de las aulas.
Ahora, para el nacionalismo catalán, el referéndum sobre el tratado europeo es
mucho más que una pregunta sobre la institucionalización de la Unión Europea. Es
un foco que ilumina un profundo cambio cultural, generacional y de actitudes
dentro del catalanismo. Los nacionalistas catalanes de comienzos del siglo XXI
desean poner de manifiesto algunas cosas y el discurso oficial europeo se ha
cruzado en su camino. No es que el catalanismo haya dejado de ser europeísta o
que reclame a Europa aquello que España no ha resuelto. Es más complejo y tiene
mucho que ver con la feliz disolución de los viejos tópicos y temores de la
transición. También se equivocarán quienes piensen que se trata de un episodio
únicamente vinculado a los avatares de ERC y CiU, y más concretamente de la CDC
pospujolista en proceso de reciclaje. Lo fácil es despachar este debate
sentenciando que se trata de una radicalización de Esquerra y de Convergència
Democràtica o de un mero tacticismo incongruente. A muchos analistas que no
comprenden lo que está pasando les iría bien conversar con votantes,
simpatizantes y militantes de base de los partidos nacionalistas.
¿Cómo salió la izquierda del referéndum sobre la OTAN?¿Cómo saldó el PSOE
aquella pugna? Hubo maduración y hubo traumas. Muchas palabras se quemaron
porque hacía tiempo que ya estaban secas. La feroz demagogia del frente
antiatlantista ponía los pelos de punta. Como los pusieron las amenazas de
González, que blandió el espantajo del franquismo y advirtió que disolvería las
Cortes si ganaba el no. No faltaron ambigüedades, como la de Fraga, o la
libertad de voto promovida por CDC y PNV, extremo que Pujol, años después, ha
reconocido como un error. Hoy estamos en otro paradigma y no caben paralelismos
partidarios.Como decíamos al principio, lo que une ambos referendos es su
función de catarsis. ¿Cómo saldrá el nacionalismo catalán de la migraña del
tratado europeo? ¿Más unido o más fracturado? ¿Más fuerte o más débil? ¿Será un
gesto de final de etapa o un signo de renacimiento?