CATALUÑA EN PICADO, ¿Y ESPAÑA DETRÁS?
Artículo de Luis Bouza-Brey del 20-11-03 (13:00)
UNA ELITE POLITICA ESCLEROTIZADA
Seguir a Ibarretxe, “liberar” a Cataluña, construir los Países catalanes, y todo ello, al son de los gritos a favor de la independencia. Ese es el diseño de objetivos trazado por Carod en la noche electoral. Ese es el clima sentimental del “árbitro” de la política catalana.
Mientras, por otro lado, el “delfín” Mas gana las elecciones con una campaña franquista en la que deslegitima toda posibilidad de alternancia al frente de la Generalitat, al calificar como enemigos de Cataluña o traidores a todos los demás partidos, al mismo tiempo que reclama soberanía, autodeterminación y concierto económico a la vasca, para aportar menos recursos al Estado y al resto de España.
Ahí tienen ustedes la película, el perfume, la pura esencia de la situación del nacionalismo catalán actual.
Entre tanto, los ¿”socialistas”? catalanes llevan tres años preocupados por buscar los apoyos de los nacionalistas y conseguir una mayoría de dos tercios en el Parlamento catalán para reformar el Estatuto, a fin de conseguir más autogobierno y una financiación equivalente a la del País vasco. Todo ello aderezado con la simpatía por el nacionalismo vasco, la afinidad con el alcalde de San Sebastián Odón Elorza, la crítica a Redondo Terreros, Mayor Oreja y el PP, y la ensoñación de trasladar el modelo de alianzas del Ayuntamiento de Barcelona y las Baleares a la Generalitat y el Gobierno de España.
Por su parte, el PP teje y desteje la madeja de su liderazgo y estrategias sin conseguir salir del “ghetto” del “anticatalanismo” que le asignan los autodenominados demócratas nacionalistas y de izquierda.
E IC considera un éxito pasar de los 11 escaños, 312.328 votos y 9,73% de apoyo de las elecciones autonómicas del 95, a los 9 escaños, 238.598 votos y 7,31% de apoyo de las elecciones del 2003.
UNA SOCIEDAD ABURRIDA E IRRITADA
Entre tanto, los catalanes se definen en una mayoría abrumadora como portadores de una identidad dual, catalana y española, practican un bilingüismo pragmático admirable, y se manifiestan como una sociedad satisfecha con sus condiciones materiales y espirituales de vida, aunque preocupados por el paro, la inseguridad y la inmigración.
Pero a nivel oficial, o institucional, pasan cosas raras: España no existe, sino el Estado; en el Parlamento, la Administración del Gobierno central catalán y los medios de comunicación públicos no se oye ni una palabra en castellano; los rótulos oficiales son monolingües; la escuela también, y en ella el castellano está equiparado al inglés o los idiomas extranjeros; y en los mítines de los partidos políticos está prohibida la presencia de la bandera española.
Y, en el colmo de la incoherencia, la mayoría parlamentaria y el Gobierno de la Generalitat hace ocho años que detentan el poder gracias al apoyo del partido “anticatalán”, al cual no se quiere dar participación en el Gobierno, al mismo tiempo que se rechaza participar en el Gobierno del Estado, a la espera de que se hagan no se sabe qué cambios en la interpretación y relectura de la Constitución.
¡Ah, pero eso no es todo! ¡queda algo muy importante! Tan importante que a veces se ven personas adultas paseando por la calle vestidas de futbolistas del Barça, que últimamente está muy preocupado con que los estrellas del fútbol mundial aprendan el catalán, antes de marcharse a cualquier otro país con otro contrato multimillonario. Pero el Barça es algo más que un club: en TV3 algún joven matrimonio encuestado confesaba que cuando perdía el Barça se sentían incapaces de hacer el amor. Y no hay político que se precie que no se defina como “hincha” del Barça, por el peligro de perder unos cuantos miles de votos.
Bueno, ¿pues cómo quieren que de todo este caldo cultural en ebullición desde hace veintitrés años salga algún sistema perceptivo al nivel de los tiempos? Lo que emerge es aburrimiento, irritación e irracionalidad, frente a unas estructuras incómodas y ante a un Gobierno que se contradice permanentemente en sus mensajes de descontento y en sus comportamientos inmóviles frente a la realidad cambiante y compleja.
LOS IMPULSOS DE LA ELITE
Hasta ahora se iba tirando: Pujol se quejaba permanentemente del escaso autogobierno de Cataluña y de la necesidad de ser diferentes, pero iba negociando reivindicaciones concretas con el gobierno central y consiguiendo de vez en cuando alguna cosa. Sin embargo, las reivindicaciones específicas casi se acabaron, y además los electores de CIU habían comenzado a adelgazar el zurrón de votos yéndose hacia la abstención durante las dos últimas legislaturas. Por ello, Pujol infiere la necesidad de renovación, prepara su marcha y nombra a un sucesor, sin concurrir a las elecciones.
Entre tanto, Maragall y los socialistas catalanes descubren repentinamente el presunto caladero de votos vacío de la reforma estatutaria, inician un período de definición y reivindicaciones filonacionalistas y lanzan, por obra del mecanismo de la competencia política, a todos los partidos a una carrera desbocada hacia un nuevo status político para Cataluña. Carrera que estimula a Mas a dar brillo y esplendor al “memorial de greuges” nacionalistas, buscando un nuevo enfoque e impulso radical hacia una “Cataluña sin límites”. Y claro, como no podía menos de suceder, Carod y ERC, estimulados por los impulsos de los competidores y el ejemplo vasco, van y se clavan en la formulación de la meta del Estado asociado como paso previo a la independencia.
Así que ahí tienen ustedes los impulsos nucleares de la élite catalana, a los cuales se suma IC con su federalismo de libre adhesión. Y con toda esta carrera de desatinos orientados a la manifestación del descontento y el agravio, la resultante es que los actores políticos principales de Cataluña ponen en cuestión el ordenamiento constitucional y acusan al PP central y a su “sucursal” catalana de inmovilismo y cerrazón frente al pluralismo político y las necesidades de la sociedad catalana. En realidad el único contrapeso estabilizador y sensato en la élite es el PP, que defiende la vigencia del actual Estatuto y la continuidad sin aventuras, pero cuya adjetivación de “anticatalán” y su posición minoritaria, no le permiten todavía emerger como referencia central del espacio político del país.
¿Cuál es el mapa actitudinal preelectoral resultante? Hastío e irritación contra los dos partidos más potentes y flujo principalmente hacia ERC, la abstención y en menor medida el PP. Posiblemente CIU haya cedido votantes hacia ERC en gran cantidad y algunos hacia el PP, que también habrá recibido votos de antiguos abstencionistas “de CIU”. El PSC habrá cedido votos hacia la abstención y algunos hacia el PP. E IC habrá cedido votos hacia ERC y recuperado los “prestados” al PSC en 1999.
Pero de momento, mientras no aparezcan estudios detallados, todo esto son especulaciones más o menos imprecisas.
Lo que sí conocemos con exactitud son los resultados, que analizaré a continuación.
UNOS RESULTADOS AMBIGUOS Y COMPLICADOS
En la tabla que sigue pueden ver los resultados de las elecciones autonómicas en Cataluña desde 1980 hasta la actualidad. Como saben, el número total de escaños del Parlamento catalán son 135, por lo que la mayoría absoluta es de 68.
PARTIDOS |
1980 |
1984 |
1988 |
1992 |
1995 |
1999 |
2003 |
CIU |
754.448 27,68 43E |
1.346.917 46,50 72E |
1.229199 45,73 69E |
1.218.190 46,19 70E |
1.314.108 40,95 60E |
1.178.420 37,70 56E |
1.008.691 30,91 46E |
PSC |
608.689 22,33 33E |
866.425 29,90 41E |
800.447 29,78 42E |
725.682 27,52 40E |
796.859 24,83 34E |
1.183.299 37,85 52E |
1.017.851 31,19 42E |
PP |
64.119 2 0E |
221.605 7,60 11E |
143.086 5,32 6E |
157.231 5,96 7E |
419.932 13,09 17E |
297.265 8,51 12E |
387.277 11,87 15E |
IC |
509.014 18,7 25E |
160.629 5,5 6E |
208.326 7,75 9E |
171.681 6,51 7E |
312.328 9,73 11E |
78.441 2,51 3E |
238.598 7,31 9E |
ERC |
241.711 8,9 14E |
126.971 4,3 5E |
111.118 4,13 6E |
209.797 7,69 11E |
304.832 9,5 13E |
271.173 8,67 12E |
537.326 16,46 23E |
CDS |
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102.939 3,83 3E |
23.096 0,91 0E |
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1.161 0,04 0E |
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UCD |
287.610 10,6 18E |
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El hecho más significativo de estos resultados es el ascenso de ERC, que se sitúa como partido imprescindible para que CIU o el PSC puedan formar un gobierno mayoritario de coalición. Pero este ascenso de ERC es susceptible de una interpretación dual: o es un ascenso del voto nacionalista o es un ascenso del voto de izquierda, lo que lleva a dudar de en qué dirección va a orientar sus apoyos. Sobre todo, porque la posición de ERC durante todos estos años ha sido la de la equidistancia y la ambigüedad, sin decantarse ni por el PSC ni por CIU como socios de coalición, afirmando que apoyará a aquel partido que más se aproxime a su programa. Con ello se sitúa en una posición de negociación muy favorable, al obligar a CIU y PSC a pujar para ganar la subasta.
Pero el contenido del programa de ERC no es un contenido de izquierda, sino nacionalista. Sus prioridades son la modificación del status político de Cataluña con respecto al Estado y la institucionalización del concierto económico como mecanismo de financiación para Cataluña.
Por eso constituye un error la postura de Maragall y el PSC, de buscar como opción prioritaria, después de los resultados electorales mencionados, la formación de un gobierno de coalición con ERC, e IC. Esa opción le llevaría a desnaturalizarse más de lo que está como partido socialista y solidario con respecto al resto de España y lo dejaría hipotecado durante toda la legislatura durante la posible elaboración de la reforma estatutaria. El PSC no tendría fuerza para oponerse a la pinza de su o sus socios de coalición ---ERC e IC--, y CIU, que sumarían sus posiciones en una orientación nacionalista radical. Por eso, el PSC sigue metiéndose de manera irresponsable en la boca del lobo, y traicionando a sus principios y electores.
Y por eso, también ERC se manifestó a favor de un “gobierno de concentración” sin el PP. ¡Menudo gobierno de concentración, que llevaría a un gran porcentaje de los electores catalanes a irse al PP y a muchos electores del resto de España a hacer lo mismo! El truco de ERC es no definirse todavía, a fin de obtener réditos de su ambigüedad en el proceso de negociación. ¿Y qué sucede con el PSC, sigue sin enterarse del mundo en que vive? ¿No sólo no se asumen responsabilidades por la derrota sino que quiere meternos a todos en un agujero negro nacionalista radical?¿Tampoco se entera la dirección del PSOE de a dónde van a ir a parar en las siguientes elecciones si el PSC no corrige el rumbo?
Claro está que la opción más probable de ERC es a favor de CIU, pues de ahí le vinieron predominantemente los votos y es a quien más se aproximan también sus militantes, desde el punto de vista ideológico y de preferencias. Pero lo que debería preguntarse CIU es si le conviene embarcarse en un proceso de incremento de la tensión con el PP y a medio plazo con el PSOE ---pues éste algún día despertará del sopor de la actual dirección--- como consecuencia de la fijación de objetivos radicales inaceptables derivados de la presión de ERC. Además, ERC ha afirmado que no aceptará de ningún socio suyo ningún pacto con el PP. ¿Y qué pasaría en marzo si el PP necesitara apoyos para gobernar?Por ello, parecería no deseable para CIU elegir esa opción.
Existe otra posibilidad, consistente en el gobierno de gran coalición CIU-PSC. Pero esa solución no parece deseable, por higiene democrática y, desde el punto de vista de ambos partidos, para no dejar un espacio vacío al crecimiento de ERC y el PP. Sí que es verdad que a efectos de combinaciones parlamentarias después de marzo esta coalición en Cataluña posiblemente favoreciera los intereses de ambos partidos en el ámbito estatal, pero no parece probable que el PSOE vaya a ganar las elecciones ni a tener posibilidades de formar gobierno de coalición en Madrid.
Por todo ello, queda una última opción, la de un gobierno de CIU en minoría, que podría formarse si el PSC se abstuviera y el PP lo apoyara desde fuera o también se abstuviera.
Este gobierno permitiría liberar a ambos partidos ---CIU y PSC--- y al equilibrio de fuerzas parlamentarias de la presión radical de ERC, y abrir una situación de transición hasta después de las próximas elecciones generales. Con posterioridad a las mismas, y en función de los resultados, los partidos decidirían la composición del Parlamento para la próxima legislatura, los pactos a nivel de Estado y/o la posible disolución del Parlamento catalán.
A mi juicio, esta es la opción más deseable, aunque quizá sea preciso que el PSC y/o el PSOE entren en crisis para que dicha opción se desenvuelva.
DIAGNOSTICOS Y PRONOSTICOS
Quiero acentuar la gravedad de la situación, no por irrealismo, sino porque veo que el PSOE y el PSC llevan meses o años equivocándose en el diagnóstico de las situaciones políticas y poniendo en peligro valores y realidades que costó muchos años conseguir, tales como la Constitución o la estabilidad catalana y española.
La situación es grave porque con el resultado de las elecciones catalanas se abre aquí un proceso que, combinado con el del país vasco, puede desembocar en una desestabilización general del marco constitucional. El país puede enfrentarse a un proceso de balcanización cuyas consecuencias ya conocemos por varias experiencias históricas propias y ajenas. Y lo que sucediera resultaría de errores de apreciación, frivolidad, incoherencias ideológicas o incapacidad para entender lo que se tiene entre manos.
Por eso conviene que la sociedad despierte, en primer lugar la catalana, pero también la española, ante el proceso que se abre en Cataluña. Y no vale decir que en Cataluña mandan los catalanes cuando se está poniendo en peligro la estabilidad e integridad del conjunto de España.
Y sin incurrir en alarmismos, creo que la situación catalana se puede reconducir todavía, a mi juicio con un gobierno en minoría de CIU, pero lo que no se puede es quedarnos inmóviles, manteniendo en el puente de mando a aquellos que nos van a estrellar contra las rocas por falta de capacidad para percibir el peligro, o por interés en eludir las responsabilidades derivadas de sus errores.
En Cataluña debe abrirse un proceso de exigencia de responsabilidades en el PSC, y en el PSOE es muy probable que no tarde mucho tampoco en producirse.