IMANES DE CHOQUE
Artículo de Valentí PUIG en “ABC” del 26/04/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
El contraste entre el anuncio de
iniciativas contra la violencia de género en España y el caso del imán
Abdelkader Bouziane en Francia muestra el paralelismo insuficiente entre el
espíritu europeo de tolerancia en la acogida y un islamismo que repudia las
reformas. En «Occidente y el resto», Roger Scruton señala que mientras que los
ciudadanos no huyen de Occidente, un setenta por ciento de los refugiados del
mundo son musulmanes que huyen de lugares en los que su religión es la doctrina
oficial. Es más: huyen a Occidente para disfrutar de oportunidades y seguridad.
Scruton incide en una contradicción aparatosa: al llegar a Occidente, parte de
tantos refugiados o inmigrantes musulmanes conciben el odio contra la sociedad
receptora y se inspiran en un sentimiento de revancha. Ese dato es aún más
manifiesto en la segunda generación: un sector de los jóvenes europeos de
familia musulmana se inspira vívidamente en el rechazo explícito y frontal a los
valores occidentales, incluso con belicosidad. En el reciente informe sobre el
racismo y la xenofobia en la Unión Europea se concretaba de forma eufemística
que jóvenes musulmanes de extracción norteafricana o asiática son una fuente de
antisemitismo en algunos países.
EL imán Abdelkader Bouziane fue expulsado hace unos días de Francia por sus
prédicas a favor de que el hombre tenga el derecho a golpear a su mujer. Los
jueces de Lyon han suspendido la sentencia, pero el Gobierno de Raffarin
recurrirá, alegando además que el imán Bouziane ha promulgado la guerra santa
contra Francia. En España, ya se dio el caso de Mohamed Kamal Mustafa, imán de
Fuengirola, sentenciado a quince meses de cárcel y dos mil euros de multa por
haber escrito un libro que explicaba como azotar a las mujeres sin dejar rastro.
Estos imanes de choque están envenenando la convivencia en Europa hasta mucho
más allá de lo que percibimos todos los días, porque a nadie se le oculta que
los modos de tolerancia europea silencian otros tantos síntomas cuando lo mejor
sería resaltar los casos para circunscribirlos y evitar que el fanatismo de unos
sea interpretado como común a los diez millones de musulmanes que viven en los
países de la UE. Es en el sistema educativo, por ejemplo, donde el criterio de
igualdad tiene un valor precioso frente a las cuotas y guetos del
multiculturalismo.
UN islamismo hostilmente refractario a los valores de asimilación incentiva
claramente los populismos de la xenofobia en Europa. Se constata en Francia, con
el subterfugio de la «bandana» para esquivar la prohibición del velo en las
escuelas públicas, precisamente cuando velo, «kippa» y crucifijo habían sido
equiparados. La respuesta laxa a los empujes fundamentalistas casi siempre
conlleva una desproporción en las consecuencias. Sabemos que hay imanes para el
entendimiento, pero también que los hay que darían su vida en el choque. Como
suele decirse, el Islam radical es el problema y el Islam moderado es la
solución. Para la prueba del nueve, el recurso más nítido es la igualdad de
derechos entre el hombre y la mujer.
El espesor del problema se ratifica al conocer que el imán Bouziane -nacido en
Argelia- lleva unos veinticinco años viviendo en Francia. Es todo un cuarto de
siglo en la misma prédica, con dos esposas y dieciséis hijos que dejará en
Francia si las autoridades logran confirmar la expulsión. En algún momento, las
redes del totalitarismo islamista entran en contacto con esos posos de
inmigración que se niegan a asumir cualquier contraprestación a los valores de
acogida en Leganés o en Lyon. Uno se pregunta qué estará haciendo ahora mismo el
imán de Fuengirola.