ATAQUE A LA LIBERTAD DE ALBERDI
Editorial de “La Razón” del 05.09.2003
El cerco oficialista de Ferraz se cierra progresivamente
en torno a la diputada socialista Cristina Alberdi y el aparato del partido no
se limita en sus críticas ni desiste en la apertura de un expediente
disciplinario. La sanción por «dañar la imagen socialista» es tan excesiva, pues
se pide incluso su renuncia al acta de diputada, que resulta contraproducente:
con tal de llevarse por delante la voz autorizada de Alberdi, no parece importar
el daño que se hace con este ataque a la libertad de expresión, de rancio
estalinismo, que se ofrece hoy a la opinión pública. Optar por los modos de
Porta y Simancas tiene el grave riesgo de incurrir en pasados modelos
totalitarios capaces de asustar a cualquier elector. El hecho de que, por ahora,
nadie se atreva en el PSOE a salir públicamente en apoyo de su correligionaria,
cuando hay quienes lo hacen en privado, no significa que todos piensen como
manda Ferraz, sino que el miedo es libre o, pensando bien, que no desean hacer
más daño aún a la agrietada imagen socialista en las próximas citas electorales.
Cristina Alberdi, como el niño de la fábula, ha cometido el pecado de
expresar, con su acostumbrada libertad, verdades tan evidentes para ella como
que ni existió la trama que Simancas defiende como justificación de su propio
fracaso, ni es el momento de abrir el melón constitucional, ni tampoco resulta
bueno para su partido insistir en el error de un nuevo acercamiento a los
postulados de los comunistas de IU, olvidando la experiencia previa del fracaso
de la última aventura conjunta de Almunia y Frutos.