MARAGALL SE IMPONE A ZP
Editorial de “La Razón” del 20/02/2004
La gravedad de la situación política desatada, en plena campaña, por la
bajeza moral de Carod-Rovira y el consiguiente comunicado de ETA, parecen haber
superado al PSOE. Si ya podía hablarse de imprudencia, cuando no de simple y
pura temeridad, al basar un acuerdo para gobernar la Generalitat con un
iluminado como el independentista y un partido estructurado a su modo y medida,
sorprende aún más la rigidez del PSOE. Un candidato como José Luis Rodríguez
Zapatero, un político que aspira a gobernar España, no queda precisamente en muy
buen lugar cuando el resultado de este cenagal era ayer bien sencillo:
Carod-Rovira no será otra vez conseller, pero Maragall, en vez de romper con un
partido que ha destapado su deslealtad y falta de ética, asume el nombramiento
como jefe de su gobierno de la persona que ERC designe. Y aquí conviene recordar
que hace sólo dos días el mismísimo Carod-Rovira se ufanaba, en público, y para
desmerecimiento del socialismo catalán, de tener en su bolsillo la llave del
Palau de la Generalitat. Es decir, que el pacto permanece contra viento y marea,
y el poder de Maragall sigue asentado en el inestable sillón, pero sillón al fin
y al cabo, apuntalado por Carod. Ya lo advirtió el primer secretario del PSC:
«Ahora ya sabemos como relacionarnos con el PSOE».
Zapatero, o quien le haya asesorado, ha tomado ya su decisión y defenderá
hasta el final a Maragall. El PSOE ha optado por mantener los lazos entre el PSC
y el PSOE, en sostener como sea en el Gobierno de Cataluña a un partido
nacional, con el mensaje de que ETA no les hará cambiar, aunque ello le cueste
afrontar un previsible descalabro electoral el próximo día 14. Quizás cuentan en
la sede socialista con hacer olvidar que su problema no es ETA, sino su socio de
ERC en el tripartito y tienen la esperanza de poder cambiar las cosas en lo que
resta de campaña para modificar el curso de los acontecimientos y recuperar el
signo favorable de las encuestas.
Para ZP no hay soluciones intermedias y su partido ha ordenado cerrar filas y
encender los fuegos artificiales de una campaña especialmente dura y de renovada
agresividad contra el PP. No hay vuelta y atrás y hasta dos de los grandes
valores del partido, José Bono y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, han recibido la
llamada de su secretario general. Desde entonces callan sus opiniones más
sensatas y ya no deben decir, al menos en voz alta, que lo que tiene que hacer
Maragall es romper las amarras con un indeseable como Carod.
A partir de hoy, la culpa de todo la tendrá, por supuesto, el PP, por
intransigente y reaccionario. Hasta Rajoy será «un peligro» para las libertades
y el sistema democrático si, como parece lógico, insiste en abrir las puertas
del armario donde el PSOE trata de esconder este cadáver político, que amenaza
con contagiar con su hedor a todo un partido que gobernó durante catorce años
España y dirigió, con acierto, una de las fases más trascendentales de nuestra
transición democrática.