ALGUIEN
TENÍA QUE DECIRLO
Artículo de Consuelo Sánchez-Vicente en “Diario Directo” del
13-1-04
CON UN MUY BREVE COMENTARIO AL FINAL: IBARRA
NO DESBARRA (L. B.-B., 15-1-04, 12:30)
CON UN PEQUEÑO APENDICE AÑADIDO: (L. B.-B.,
16-1-04 11:00)
La
propuesta de Rodríguez
Ibarra de reformar el sistema electoral para eliminar la prima
que el actual concede a los partidos nacionalistas en las elecciones generales
se puede mirar en positivo o en negativo. Como un cambio encaminado a acercarse
al ideal democrático de "un
hombre o un voto". O como un castigo para poner fin a lo que
no solo él considera un abuso peligroso. El planteamiento original, el del
propio Ibarra, puede encuadrarse en el segundo de estos modelos, ya que, como
él mismo ha explicado, lo que persigue es conseguir que los partidos
nacionalistas "pierdan
su capacidad de influencia (en el Gobierno de la Nación) y desaparezcan en unos
pocos años".
No es el modelo que, personalmente, suscribo, mi impresión es que introducir
algo más de equidad en nuestro sistema electoral sería positivo para la calidad
de nuestra democracia en cualquier caso. Es decir, aunque las razones que han
llevado al vehemente presidente extremeño a formular su propuesta con la
irritación que lo ha hecho –la insaciable escalada nacionalista en marcha– no
se hubiera producido. Pero, hablemos de lo que tenemos. La escalada
nacionalista es real. Busca romper unilateralmente el consenso que se alcanzó
hace veinticinco años sobre los límites del nacionalismo, que como bien ha
explicado el profesor Peces
Barba en un reciente artículo implicaban la renuncia de los
nacionalistas a lo que en sentido amplio podemos denominar para no andarnos por
las ramas "la
independencia". Y, así las cosas, cuestionadas las reglas del
juego por una de las partes, tal vez va siendo hora de preguntarse si las
razones que hace veinticinco años aconsejaron adoptar el sistema electoral que
tenemos, siguen vigentes.
La principal de esas razones era que los nacionalistas se sintieran cómodos,
como se dice ahora, en España, y se integrasen en la tarea de construir entre
todos la democracia de todos. No se ha reparado en gastos para complacerles. En
Euskadi se llegó incluso a darle al PNV un gobierno que en realidad había
ganado el PSOE en las urnas. Y lo que ha conseguido CiU a cambio de su apoyo a
la gobernabilidad con el PSOE y con el PP está en la mente de todos. El actual
sistema electoral, fruto del consenso constitucional, es lo que le ha dado
tanto a ellos como Coalición Canaria, al BNG o la ERC de Carod Rovira la
enorme cuota de poder que hoy disfrutan, no sólo en sus 'países' sino en el
Parlamento de la Nación. Pero, aunque España ya es el país más descentralizado
del mundo, en vez de cumplir su parte del trato, quieren romperlo. Como dice mi
buen amigo Ignacio
Sánchez Cámara, igual ha llegado el momento de que todos,
también los no nacionalistas, pongamos el "contador
a cero".
MUY BREVE COMENTARIO: IBARRA NO DESBARRA (L. B.-B., 15-1-04,
12:30)
No dispongo en estos momentos de tiempo para un comentario amplio,
pero sí quisiera apuntar que las opiniones de Rodríguez Ibarra sobre la reforma
de la ley electoral tienen aspectos a tener muy en cuenta. Aunque, a mi juicio,
deberían enmarcarse en un pacto de Estado amplio al menos entre los dos grandes
partidos españoles, PP y PSOE, para cerrar una etapa de transición en el
aspecto de la configuración territorial del poder que se está prolongando
demasiado.
La configuración del Senado como Cámara territorial, la
modificación de la ley electoral en el sentido de un sistema mixto, con
predominio del proporcional y listas desbloqueadas, y la reducción de la
fragmentación del Congreso, quizá sean las soluciones técnicas a adoptar.
Lo que es inadmisible es apoyarse en el nacionalismo periférico
para desvertebrar el Estado: dejarse llevar por la improvisación, la falta de
criterio, el oportunismo y la traición a los principios, apoyando ideas y
reformas propias de una visión confederal, soberanista o independentista. Y no
se busque la justificación no sé si retórica, cínica o inepta de que con el
diálogo todo se resuelve. En este país llevamos embarcados en un proceso de
treinta años de persuasión y diálogo con los nacionalistas para que se integren
y cada vez estamos peor. Han abandonado el bloque constitucional y hay que
pararlos. Y hay que hacerlo porque tienen objetivos incompatibles con la unidad
del Estado, la Constitución y el pacto fundacional del 78 que algunos de ellos
firmaron. Si quieren cambiar el Estado que lo intenten democráticamente, pero
el ciclo de los treinta años de chalaneo hay que cerrarlo. Y sí que es cierto
que hay que cerrarlo completando el desarrollo constitucional con una reforma
del Senado y la fijación del perfil definitivo de las relaciones Estado-CCAA,
pero abandonando la cesión, la incoherencia y la debilidad. La alternativa a la
degradación y la balcanización tiene que madurarse y acordarse entre los
partidos que tengan una idea clara de España. Mientras esto no se dé, lo más
prudente y sensato es echar el freno a la descomposición que nos presiona.
Estos días intentaré escribir un artículo que llevará por título
"Mandangas nacionalistas e ilusiones federalistas".
"Mandangas" tiene el sentido de leyendas o patrañas;
"ilusiones" se puede interpretar como esperanzas fundadas o ilusorias,
según cual sea el comportamiento de los federalistas. Hasta ahora, vamos
mal.
PEQUEÑO APENDICE, (L. B.-B., 16-1-04, 11:00)
Hay algo que no se tiene en cuenta cuando se critica la propuesta
de Ibarra, y es que los nacionalismos periféricos podrían formar una coalición
para superar el 5%. Eso les permitiría acceder al Congreso, pero también se
verían obligados a dejar de actuar como una especie de sindicatos
territoriales, necesitando elaborar propuestas para un conjunto amplio de
españoles.