EL DISCURSO DE AZNAR EN LA APERTURA CAMPUS FAES 2004
Informe de El semanaldigital.com del 06/07/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
El ex presidente Aznar dijo ayer en Navacerrada que quiere que FAES sea punto de
referencia en la vida española. Por su interés, recogemos íntegra su conferencia
en este acto.
6 de julio. Por su interés, recogemos a continuación la intervención íntegra
del ex presidente de Gobierno, José María Aznar, en la apertura del Campus FAES
2004 celebrado ayer en Navacerrada:
"Hace ya cierto tiempo tuve que plantearme a qué quería dedicarme cuando se
hiciera efectiva mi promesa de no presentarme de nuevo a las elecciones. No
tardé demasiado en decidirme. Había contribuido a la construcción de un gran
partido en España, probablemente el más importante, y desde la orientación que
deseaba: la de centroreformista.
Había desarrollado e impulsado un intensa acción de Gobierno durante 8 años en
la que España había obtenido un gran avance de cambios de respeto y de
prosperidad así que hecho esto quería dedicarme a aquello que siempre me ha
parecido lo más importante: dar la batalla de las ideas.
Para eso está FAES. Para eso estoy en FAES. Por eso hacemos esta nueva
iniciativa que se llama Campus FAES, y algunas otras que estamos emprendiendo.
Queremos que FAES sea un punto de referencia inexcusable en la vida española y
lo será.
FAES no es una fundación neutral. Trabajamos al servicio de unos principios
ideológicos y de un proyecto para España. Creemos que esos principios son los
mejores, y la experiencia nos dice que alguna razón tenemos para creerlo.
FAES es al mismo tiempo una Fundación abierta, a la que convocamos a los mejores
especialistas en cada uno de los campos. Personas del mundo académico, económico
o cultural, a las que conviene escuchar. Aunque uno pueda no coincidir al cien
por cien con sus opiniones, lo que es seguro es que vale la pena introducir sus
palabras en la corriente de información que llega a la opinión pública. Las
personalidades que forman el programa de intervenciones de este Campus son
suficientemente expresivas de lo que quiero decir. Aquí van a hablar personas de
gran talla. Seguro que muchos de ellos van a ir a contracorriente de los tópicos
políticamente correctos. Pero si queremos que los ciudadanos se formen criterio
propio, es necesario que alguien exprese ideas que no sean políticamente
correctas, y nosotros estamos dispuestos a darles esa oportunidad.
Siempre he estado convencido de que la política sólo merece la pena si se apoya
en ideas. Sin principios ni valores sólo queda el oportunismo. Sin voluntad de
liderar y de convencer no hay proyectos de largo plazo. Sólo hay marketing,
demagogia, y esa cosa que ahora se llama talante.
Tengo que decir que no veo un proyecto político para España en el partido que
gobierna. No es extraño. El Partido Socialista llegó al Gobierno como
consecuencia del 11 de marzo: ellos lo saben y los demás también. Antes del 11
de marzo no tenía un proyecto, ellos lo sabían y los demás también. No esperaban
gobernar, ellos no lo esperaban y los demás tampoco.
Lo más llamativo es que tres meses después se sigue igual es decir no hay un
proyecto político que sirva como punto de orientación y de acción de Gobierno,
con el agravante en que ahora son los que gobiernan. Acaba de concluir su
Congreso. Yo recuerdo Congresos en los que se ha trazado el proyecto del centro
reformista, o el proyecto del patriotismo constitucional. Yo ahora no veo ningún
proyecto que no consista en el derribo sistemático y concienzudo de todo aquello
que ha hecho de España un país fuerte y próspero durante estos años. Se ha
destruido la alianza internacional que nos permitía sentirnos seguros. Se ha
destruido el proyecto para conseguir una juventud mejor preparada. Se han
destruido iniciativas de cohesión y de solidaridad entre españoles. Se ha
destruido el equilibrio presupuestario que ha hecho crear millones de empleos.
Se trabaja ya para dar por concluido el gran pacto constitucional que hace de
España una nación unida en su diversidad autonómica.
Y a cambio no se ven ni las ideas, ni los principios que guían la trayectoria de
la acción de Gobierno. ¿Conoce alguien hacia dónde va España? Y eso, dados los
riesgos que conocemos, terminará perjudicando nuestra estabilidad, nuestro
progreso y nuestra convivencia.
Yo creo que los ciudadanos tienen derecho a que se les explique hacia dónde
estamos yendo. Y tienen derecho a que opiniones interesantes sean tenidas en
cuenta.
Pues bien, a esa tarea dedicamos los cuatro cursos que componen el Campus,
referidos a la economía, la política internacional, la Constitución, y la
cultura.
Se sienta junto a mí una de las personas que mejor conoce la economía española,
el profesor Juan Velarde. Dentro de unos minutos pronunciará la primera
conferencia del Curso sobre Economía.
Durante los últimos años España ha seguido una trayectoria clara en la política
económica. Y ha tenido muy buenos resultados. Lo he dicho en varias ocasiones:
si de 12 millones de empleos en 1996 se pasó a más de 16 millones no fue por
ningún accidente o fenómeno natural. Los empleos se crearon porque España ha
mantenido una estabilidad institucional y porque se han seguido unas políticas
acertadas. Fuimos el partido de la estabilidad y de la prosperidad en España y
volveremos a serlo.
En la política económica hay que tomar decisiones, y esas decisiones producen
consecuencias. Pueden producir crecimiento o estancamiento, creación de negocios
o cierre de empresas, empleo o paro. Y justo en esa encrucijada se encuentra
España ahora mismo. Podría avanzar más en las políticas de estabilidad y de
reformas estructurales. Podría avanzar en la liberalización de mercados, de
horarios o de contratación, y volveríamos a recoger una buena cosecha de empleos
y de prosperidad.
Pero también se puede volver a repetir los viejos errores. El objetivo del pleno
empleo debe permanecer plenamente vigente. Volver a descontrolar el gasto, a
cerrar mercados y a subir impuestos.
España sigue teniendo un nivel de desempleo excesivo. Se ha avanzado mucho, pero
en ocho años no hemos logrado acabar con el problema. Hace falta reflexionar
sobre los caminos que nos llevarían hacia el pleno empleo y aquellos otros que
nos alejarán de ese objetivo, y a ello se va a dedicar el curso que empezará
enseguida.
Nuestra realidad está integrada en un proyecto común europeo. El europeísmo
forma parte de toda la realidad política española. Yo personalmente siempre me
he sentido europeísta y, sobre todo, he trabajado mucho para que ese europeísmo
no fuera sólo retórica vacua. Y lo primero para serlo es ser Atlántico.
Acaba de aprobarse la Constitución europea, pendiente de ratificación por los
Estados miembros. Esta iniciativa no nació para lo que ha terminado siendo:
Nació con el pretexto de clarificar los Tratados –lo que no se ha hecho- y de
simplificar competencias –lo que tampoco se ha logrado-, pero sobre todo fue
iniciativa en la que aquellos que no habían salido satisfechos de Niza – Tratado
más que suficiente para la Unión empleado-, querían darle la vuelta: todo se
convirtió en un implacable juego de poder. En eso es en lo que acabó la
Constitución. Pues bien, en ese juego de poder unos han ganado y otros han
perdido y España lamentablemente es de los que ha perdido. España que se había
sentado entre los grandes en Niza decidió, aunque parezca mentira, retirarse; es
decir no nos han echado: es peor nos hemos retirado por propia voluntad. Eso sí
nos han dado las gracias por mostrar un talante tan abierto y por pasar de la
mesa de decisión de los grandes a la mesa de los que no deciden nada. Por lo
visto las retiradas son el signo brillante de los nuevos tiempos.
En consecuencia. Tenemos menos cuota de poder que la que conseguimos hace cuatro
años. Cada uno puede presentar sus resultados, y los de ahora son objetivamente
menores. Y puedo asegurarles que tener menos poder en Europa significa perder
muchas batallas importantes, batallas de las que afectan directamente a los
ciudadanos españoles. Por desgracia, tendremos oportunidad de comprobarlo.
Los aspectos institucionales son muy importantes, vitales incluso, para el buen
funcionamiento de la Unión. Pero no son un fin en sí mismo, sino un instrumento
para alcanzar determinados objetivos. Una Europa cuyos ciudadanos disfrutemos de
mayor libertad, seguridad y prosperidad. Por eso creo que, junto con el estudio
del nuevo Tratado, debemos analizar otros asuntos. Entre ellos, los de la
seguridad, la defensa de los valores atlánticos y la importancia de avanzar
hacia una Europa más abierta y flexible.
Sigo pensando que un gran impulso reformador es uno de los elementos más
importantes para que Europa progrese y avance en la línea que los europeos
deseamos. Los que nos permitirían resolver los problemas a los que antes me
refería. Lo que necesitamos es aplicarla. Llevar a cabo las reformas económicas
y sociales que se prevén en ella. Cuanto más tardemos en hacerlo, mayor será la
distancia que habrá que salvar para igualarnos con economías más competitivas
que las nuestras.
Otro de los grandes retos a los que nos enfrentamos en Europa es el de nuestra
seguridad. Una seguridad que padece hoy una amenaza muy seria. La del
terrorismo. Y el terror nos amenaza a todos los que no estamos dispuestos a
plegarnos a los delirios totalitarios de grupos fanáticos. Amenaza a todo
Occidente y a toda la comunidad democrática internacional.
Si queremos pensar Europa no podemos dejar de reflexionar sobre cómo mejorar la
imprescindible cooperación atlántica. A los países atlánticos no nos une sólo un
tratado. Nuestra Alianza no es sino la consecuencia de compartir unos principios
y de nuestra voluntad de defenderlos conjuntamente. La responsabilidad debe ser
compartida porque nos atañe a todos.
Por eso no podemos quedarnos atrás a la hora de tomar iniciativas para luchar
contra el terrorismo. No tiene el menor sentido que un país como España, que ha
sufrido como pocos otros los crímenes terroristas, piense que la firmeza contra
el terror es cosa de otros. Sabemos, porque lo hemos demostrado, que es la mejor
política. Sabemos también que el apaciguamiento no detiene las agresiones. Sólo
nos debilita ante ellas. Salir corriendo no es una política es sencillamente la
mejor fórmula para la perder la confianza de los amigos y el respeto de los
adversarios.
La defensa ante el terrorismo pasa necesariamente por la firmeza de las
convicciones. También, por la firmeza en la defensa de las instituciones que nos
representan a todos. Son nuestras convicciones y nuestras libertades
democráticas lo que quieren destruir. Libertades que en España están recogidas
en la Constitución.
El tercer curso del Campus trata precisamente del futuro de nuestra
Constitución. Sobre la imprescindible estabilidad que necesitamos y sobre las
propuestas de reforma que se nos anuncian.
Un país como España, en el que se dan simultáneamente el secesionismo político y
la amenaza del terrorismo separatista, cometería el mayor error imaginable si
emprendiera una reforma constitucional. Se podrán poner todos los paños
calientes que se quieran, pero en el momento en el que se tome el bisturí y se
empiece a hacer cirugía constitucional, creo yo que vamos a ver de cerca algunos
riesgos que quedaron felizmente superados en la Transición democrática.
En el curso que se celebrará en este Campus vamos a ver qué significan de verdad
algunas expresiones que se usan normalmente sin ofrecer mayores explicaciones.
Por ejemplo, ¿qué significa eso de "hacer del Senado una verdadera Cámara de las
Autonomías"? ¿qué transferencias de poder implicaría algo así? ¿vamos a meter el
modelo federal por la puerta de atrás? ¿O simplemente va a ponerse sobre la mesa
un cambio de régimen político?
Hay muchas cosas sin contar sobre la reforma del Senado, la supuesta utilidad de
enumerar las Comunidades Autónomas, o la imaginaria necesidad de acoger en el
texto constitucional al nuevo tratado europeo. A ello dedicaremos varias
sesiones dentro de unos días.
El cuarto y último curso del Campus abordará la Cultura en español y la
excepción cultural europea. Éste es, en mi opinión, un asunto importante para
nuestro futuro. Compartimos la misma lengua con cientos de millones de personas.
Una lengua y una cultura en expansión que es una enorme fuente de oportunidades
para todos. Oportunidades económicas, creativas y políticas.
Reflexionaremos sobre estas oportunidades. Sobre las maneras de poder
aprovecharlas en beneficio de todos y sobre las maneras que sería mejor evitar,
porque tienen efectos contrarios a los que se pretenden.
Estoy convencido de que la creación cultural debe abordarse sin complejos de
inferioridad y sin proteccionismos inútiles. Partimos de una posición de enorme
ventaja comparativa con la inmensa mayoría de las lenguas del mundo. Coartar la
libertad de elección de los ciudadanos, ponerles impuestos arbitrarios, no puede
tener mucho sentido si lo que se quiere es precisamente estimular el ingenio de
nuestros creadores.
Queridos amigos,
Creo que es fundamental no desertar nunca en la batalla de las ideas. Una
sociedad libre debe contar siempre con elementos para el debate. Y quien tiene
unas convicciones y unos criterios no debe quedarse atrás a la hora de
expresarlos, explicarlos y defenderlos.
Esto es lo que pretendemos en FAES. Participar en el debate de las ideas.
Creemos en la libertad y estamos al servicio de nuestro país. Siempre he dicho
que España y libertad son la misma cosa. Nuestro patriotismo es eso, el orgullo
de ser parte de una nación de ciudadanos libres. Aquí en este Campus vamos a
ejercer –modestamente, pero con toda la intención de ser útiles– nuestro
patriotismo, nuestra pasión por la libertad.
Les deseo a todos que saquen el mejor provecho del Campus FAES. Por nuestra
parte haremos todo lo posible para que esta experiencia merezca la pena."