EL
COMPROMISO DE VIDAL VILLA
Artículo de JUAN TUGORES QUES,
catedrático y rector de la UB , en "La
Vanguardia" del 23-9-02
Con un muy breve comentario al
final (L. B.-B.)
En la vida, y en la universidad, hay muchos tipos de personas. De muchas se pueden
aprender cosas, pero sólo unas pocas muy escogidas merecen el calificativo de
maestros, por constituir una referencia para la gente de su entorno. Humana e
intelectualmente, José María Vidal Villa ha sido, y será, una referencia de
compromiso ético, académico y vital.
Le conocí el curso 1971-72 cuando fue mi profesor de Estructura Económica
Mundial en la facultad de Económicas de la UB. El primer día de clase nos
explicó de forma rotunda y elocuente no sólo su derecho a impartir una
determinada visión -la marxista- de la economía y de la sociedad, sino que nos
abrió la expectativa, absolutamente confirmada, de que, independientemente de
opiniones o ideologías, su curso iba a ser enriquecedor en nuestra formación
como economistas y como ciudadanos. He podido constatar en las décadas
posteriores que por muchos cambios que haya experimentado el entorno
socio-ideológico del país los alumnos de todas las generaciones han tenido en
José María Vidal Villa uno de los profesores más apreciados, valorados y queridos.
Esta es la prueba de su dimensión de docente excepcional y de persona que
trasmitía convicciones con efectividad y honestidad. Por ello además de ser un
excelente profesor y maestro, era un polemista brillante, que no rehuía jamás
una invitación a debatir temas complejos y/o molestos en cualquier foro.
Su concepción estructuralista del sistema económico, social y político, le
permitió anticiparse a algunos de los planteamientos sobre la globalización que
ahora muchos plantean como novedosos. La naturaleza intrínsecamente expansiva
del capitalismo era uno de los puntos esenciales de su concepción del mundo y
la historia, actualizando y adaptando las formulaciones que desde Karl Marx a
Rosa Luxemburgo ahondaban en esta esencial dimensión. El último acto académico
en que participó en la Universitat de Barcelona, con
motivo de los Debates sobre Globalización, fue un excelente ejemplo de su
capacidad para interpretar realidades cambiantes con una profundidad y
coherencia que ni siquiera personas de orientación o enfoques opuestos podían
negarle.
Su formación humanista y su concepción de la economía como ciencia social no le
supuso la menor dificultad, sino al contrario, para descubrir tempranamente el
potencial de las tecnologías de la información y comunicación, sin perder nunca
la referencia de que -al igual que las matemáticas en economía- se trata de muy
buenos siervos pero no pueden convertirse en los "amos" de la
investigación o la cultura. En esta línea es coautor de un CD-Rom de éxito sobre historia del pensamiento económico en el
que le embarcaron Jordi Vilaseca y Lluís Argemí. Vidal Villa deja, además, como los grandes
maestros, escuela de pensamiento, como Javier Martínez Peinado, Pedro Talavera,
Lola Casares, Lluís Alós y, desde otra perspectiva,
Moncho Sánchez Tabarés. Pero sobre todo José María
deja escuela de compromiso y de honestidad intelectual y ética. Nuestra
universidad y nuestra sociedad necesitan este referente y por eso el dolor de
su pérdida solo puede ser comparable a la voluntad de ser en esta crucial
dimensión sus discípulos.
MUY BREVE COMENTARIO (L. B.-B.)
De José María sólo tengo gratos recuerdos. A principios de los años
setenta, cuando llegué a la Facultad de Económicas, era uno de los compañeros
PNNS que se movían por la Facultad. El fue Adjunto muy pronto, pero siempre
apoyó los movimientos de renovación de la Universidad que nos ocupaban
intensamente aquellos años.
Eran tiempos difíciles, de lucha contra el régimen, de parálisis de
la Universidad y de condiciones de trabajo miserables. Pero existía un ambiente
de solidaridad y compañerismo muy fuerte, en la Facultad. En aquella época
todavía teníamos un comedor "humano" donde nos reuníamos después de
las clases a comer juntos. Ahora todo aquello es un enorme comedero desolado e
inhóspito del que es mejor escapar.
De aquellas conversaciones y aquellos años saqué una impresión muy
positiva de José María. Era un profesor vocacionado y
entregado, a quien alguien alguna vez calificó como "corredor de
fondo". Pero no creo que fuera tal cosa: nunca se preocupó más que de su
trabajo docente y de estudio, "pasando" de las relaciones públicas y
del divismo de algunos colegas. Alguna vez que volvía de una visita a no
recuerdo que Universidad extranjera me había comentado sus impresiones,
afirmando que la gran calidad de muchas de aquellas Universidades residía en la
multitud de profesores "normales", como nosotros, entregados a la
faena sin necesidad de reconocimiento externo.
En alguna otra ocasión también emitió una opinión lúcida sobre el
asunto de la militancia política de los profesores. El había sido miembro del
PSUC y de "Bandera Roja", pero lo había dejado. Años más tarde me
comentaba que hacerte militante sin exigir nada a cambio, a fin de
mantener la prioridad a la dedicación universitaria, significaba que el partido
te utilizaría exclusivamente para pegar carteles en las elecciones, y que aún
encima te considerarían tonto, fracasado, o perdedor, por no escalar puestos en
la escala política y llegar a diputado o dirigente.
José María era una persona buena, inteligente y honrada, que
aún defendiendo posiciones de izquierda radical siempre consiguió evitar el
sectarismo y mantener una apertura de espíritu que le permitía relacionarse
amistosamente con mucha gente de su entorno. La Facultad debería haberlo
despedido con más cariño. Hasta siempre, amigo.