RAJOY NO DEFRAUDARÁ
Artículo de José Antonio Vera en “La Razón” del 31.08.2003
No, Rajoy no defraudará. Aznar no ha defraudado con su elección y Mariano no
defraudará. Rajoy es el hombre, el elegido, el evaluado, el auscultado, el
designado. Rajoy no va a defraudar porque ha sido siempre un político entero, un
gestor de primera, un trabajador incansable, un hombre con la responsabilidad
asumida, que ha sabido esperar, que ha sabido dialogar, que ha sabido negociar y
situarse en un segundo plano para no molestar cuando no había que molestar.
Mariano ha sido el «segundo» perfecto. Ha pasado por todas las carteras
complicadas. Le han puesto a prueba a diario. Ha sido el bombero más empleado
por Aznar para apagar los fuegos del Gobierno. Igual sirvió para un roto que
para un descosido. Ha hecho de hombre comodín y de hombre orquesta: es elegante,
distante, hermético, estético. Es eficaz. Coordinó la campaña electoral de la
mayoría absoluta con brillantez. Aznar le premió entonces con una
vicepresidencia. Negoció con los nacionalistas. Arregló los problemas creados
por Celia Villalobos con el orujo y las vacas locas. Ha hecho de ministro
perfecto en Administraciones Públicas, en Educación, en Cultura, en Interior,
también en Presidencia. Ha sabido comunicar como portavoz y resolver como
segundo. Ha ejercido de hombre de partido volcado en el partido, de fontanero de
lujo, de arreglista de todo, de equilibrista en los más complicados escenarios,
de artista en general. Su peor momento le vino con el «Prestige». Nada le salía.
Nada funcionaba. Pero superó a la adversidad y a los elementos con horas y horas
de empuje y de constancia. Estuvo todos los días en la costa del chapapote.
Trabajó dos meses seguidos sin descansar ni un solo fin de semana. Cometió
errores, pero los ciudadanos entendieron su sacrificio, le vieron siempre allí,
en Galicia, con su gente; en Madrid, con su cargo; en las playas, con los
pescadores; en el Consejo de Ministros, con su responsabilidad. Rajoy pudo
haberse hundido con el «Prestige», pero salió a flote pronto y fortalecido por
la marea negra, navegando con soltura en medio del oleaje, sorteando los
zarpazos de la mayor catástrofe ecológica de España. Salió entero, consolidado,
reconocido por los demás, respetado por sus compañeros y temido por la
oposición. En el PSOE, desde hacía muchos meses, los que ahora mandan apostaban
por él en medio de un cierto sentimiento de amor y odio verdaderamente curioso.
Zapatero, su amigo Zapatero, siempre le consideró el candidato más peligroso, el
que más daño le podía hacer. Los últimos debates de Rajoy han sido
espectaculares. Sabíamos de su sorna, de su coña, de su humor escondido y de su
forma de trabajar siempre en la retaguardia. En los últimos meses conocimos
también al Rajoy brillante del Parlamento y el discurso. En las Cortes ha
vencido varias veces a Caldera, ha tumbado a Llamazares, ha noqueado al propio
Zapatero. En los discursos se ha puesto de manifiesto su fondo para la
improvisación, el don y el magisterio que le asisten cuando ha de enfrentarse a
los asuntos más difíciles.
No, Rajoy, el ministro diez, el ministro eficacia, como le llamó Anson con
acierto cuando nació este periódico, es el elegido porque Rajoy no va de figura,
ni de chouman, ni de Garzón, ni de Liaño, como otros. Trabaja callado, dirige en
la sombra, lleva la fontanería, recoge la chatarra y hace todo tipo de arreglos
sin pedir nada a cambio, sin apuntarse tantos, sin hacer reproches por su
trabajo. Todo un lujo. Por eso es querido y respetado en Génova y en Moncloa.
Por eso se fijó en él Aznar. Porque nunca se mete donde no le llaman. Porque
nunca pide nada. Porque siempre lo da todo y está donde debe. Porque no
traiciona y porque no conspira y porque da la cara. Porque tiene la rara
habilidad de transformar en paz lo que parecían guerras, de sacar oro de donde
sólo había piedras.
Mariano Rajoy ha sido el elegido porque le sobra el sentido común y Aznar lo
sabe. Por eso es desde hace tiempo el vicepresidente primero. Por eso le ha
propuesto. Porque ha sido y es un gran ministro y un gran político. Porque se
fuma unos puros formidables y tiene un sentido del humor a prueba de
socialistas. Porque amén de la sorna y la socarronería, amén de las caralladas y
otras gaitas, Rajoy también es un caballero y un señor que puede hacer de
primero igual de bien que lo ha venido haciendo de segundo. Así lo dicen sin
sonrojo los que le han tratado y los que con él han negociado. Todos los que le
conocen.
No, Rajoy no defraudará. Es un hombre sensato, correcto en las formas,
accesible al gran público, buen comunicador y buen conocedor de España y del
entorno. Aznar no ha defraudado proponiendo a Rajoy, y Rajoy no defraudará al PP
ni a quienes tengan que votarle el año que viene como candidato a la Moncloa. Lo
dice alguien que le trató en los tiempos en que no era nada, cuando no mandaba,
cuando no tenía poder, pero que le reconoce igual de sensato y de buena persona
ahora que manda mucho y tiene despacho en la Moncloa. Por eso creo que procede
felicitar de verdad al candidato y al PP. Rajoy es una muy buena elección. Y no
defraudará. Estoy seguro.