MARAGALL LLEGA TARDE

 

 

 

  Artículo de Aleix Vidal-Quadras  en “La Razón” del 29.08.2003

 

Aunque no es fácil extraer algún mensaje articulado del discurso pirotécnico y zigzagueante de Pasqual Maragall, algo se empieza a entrever a través de la maraña. En esencia, lo que el candidato socialista a la Generalitat nos está diciendo es que ha llegado la hora de que el liderazgo castellano que ha configurado España durante cinco siglos sea sustituido por el catalán y que, a partir de ahora, la España radial con centro en Madrid ha de dejar paso a otra hecha de ejes múltiples con Barcelona como faro iluminador del futuro. Esta propuesta no es nueva y ya fue formulada en términos adaptados a su época por Cambó hace noventa años. El problema es que a lo largo del último siglo han pasado muchas cosas de las que el ex alcalde olímpico parece no haberse dado cuenta. En primer lugar, la España retrógrada de la Restauración en la que Cataluña destacaba como región industrializada, europeizada y vanguardista ya no existe. Hoy tenemos un rico y dinámico tejido productivo secundario y sobre todo terciario extendido por todo el territorio peninsular, la democracia española es ejemplar, dos millones de estudiantes pueblan nuestras universidades, no hay un solo niño sin escolarizar, el Estado de las Autonomías garantiza a cada Comunidad el ejercicio de su personalidad diferenciada y el manejo de sus propios asuntos y Cataluña, siendo sin duda una parte muy respetable y próspera dentro del conjunto nacional, no representa para nada una singularidad, sino que está acompañada por otras muchas igualmente cultas, avanzadas, ricas e innovadoras.
   Madrid no es una villa y corte casticista y burocratizada, sino una gran metrópolis europea que se ha erigido en foco estimulador del crecimiento y el progreso de todas las provincias. Los gobiernos centrales de la democracia se han lanzado sin excepción a la descentralización política, administrativa y financiera hasta transformar España en uno de los Estados del mundo donde el autogobierno de las entidades subestatales es más amplio e intenso. Por tanto, el esquema centrípeto que Maragall abomina no se corresponde con una realidad en la que la periferia lleva la iniciativa económica, cultural y social con gran satisfacción de las instituciones centrales, que se limitan a una necesaria y prudente labor de coordinación y mantenimiento de la indispensable solidaridad. Maragall ha emprendido un combate contra un monstruo imaginario que casi nadie, salvo él y sus colaboradores más cercanos, percibe como una amenaza tangible. Además, veremos qué opinan Bono, Chaves, Iglesias, Álvarez y Rodríguez Ibarra sobre el papel director que su correligionario del PSC pretende atribuir a Cataluña otorgándole privilegios fiscales y competenciales incompatibles con la Constitución y discriminatorios respecto a otras Comunidades. Maragall es una fuente permanente de ideas, lástima que se le ocurran mal y tarde.