INDEPENDENTISMO CON PIEL DE CORDERO

 

  Artículo de Aleix Vidal-Quadras  en “La Razón” del   05.12.2003

Con un breve comentario al final: AUNQUE LA MONA... (L. B.-B., 5-12-03, 13:30)

 

Josep Lluis Carod-Rovira es una persona inteligente, que tiene muy claros sus objetivos y que ha trazado una cuidadosa estrategia a largo plazo, cuyos pasos se van cumpliendo con la precisión de un reloj bien ajustado. La primera etapa del plan quedó cubierta con la defenestración de Ángel Colom, aunque la verdad es que el hoy representante de Jordi Pujol en Marruecos se lo puso bastante fácil y, en cualquier caso, poca resistencia pudo presentar la errática y vulnerable personalidad del ex líder republicano frente a la fría e implacable determinación de su oponente. La segunda fase consiste en sustituir a CiU como fuerza hegemónica del nacionalismo en Cataluña. Este propósito pasa por enviar a los cachorros pospujolistas a la oposición y desde el Gobierno autonómico ocupar sus redes clientelares y su espacio social. Para ello, cuenta Carod con la inestimable colaboración de un Maragall debilitado por su insuficiente resultado electoral y hecho un lío por su imposible intento de armonizar un catalanismo demasiado particularista con su pertenencia al PSOE. Sin embargo, en el largo y paciente camino hasta la ansiada meta secesionista, una vez afianzado su partido como tercer grupo político y llave del Parlament, es indispensable apaciguar a los posibles adversarios tanto de dentro como de fuera del Principado. De ahí la imagen de moderación, amabilidad y sensatez que estos días Carod se esfuerza en transmitir con notable éxito.
   La independencia es una meta lejana, los Países Catalanes un deseo utópico, cualquier pretensión autodeterminista se llevará a cabo por métodos pacíficos y democráticos y con pleno respeto a la legalidad, la identidad catalana no se basa en el apellido o la lengua, sino en la libre voluntad de adquirirla y ejercerla, el republicanismo es más un cuerpo de pensamiento abstracto que un rechazo efectivo a la dinastía reinante, el énfasis de su acción en el poder se pondrá en las medidas de mejora social, educativa y económica y no en las reivindicaciones soberanistas, los catalanes han de dominar el catalán, el castellano y el inglés, y así sucesivamente. El nuevo hombre fuerte de Cataluña domina, además, las técnicas de la comunicación. Aparece como un tipo amable, educado, simpáticamente socarrón, razonable y capaz de dialogar. La antítesis, por tanto, del revolucionario peligroso y desestabilizador que pintan sus adversarios «madrileños». Cataluña es otra cosa, repite sonriente, aquí todos nos entendemos, compartimos una misma cultura de pacto, mesura y sentido práctico, ustedes no se preocupen que no pasa nada. Dejen que administremos nuestro cotarro y nuestros impuestos, que nosotros no somos conflictivos como esos salvajes del PNV.
   Y así, poco a poco, de suave balido en alegre trotecillo, el lobo cubierto de nívea y rizada lana, se relame de gusto pensando en el festín que le espera.

 

BREVE COMENTARIO: AUNQUE LA MONA... (L. B.-B., 5-12-03, 13:30)

 

Resulta curioso, pero en Cataluña, a nivel político e institucional, no se suele "parlar clar i catalá". Al contrario, la política catalana es una especie de pasta y de pasteleo permanentes en los que al que habla claro lo decapitan. Como sucedió hace ya años con el autor de este artículo.

Y entre demasiados comentaristas se tiene a gala  destacar el "hecho diferencial" con respecto a Madrid de la política catalana, en donde no se oye una palabra más alta que otra en las relaciones entre los diversos grupos.

...Pero ni tanto como en Madrid, en donde las relaciones de hostilidad impiden debatir alternativas y pergeñar consensos necesarios; o como en Euskadi, en donde los tiros impiden hacer política... ni tan poco como aquí en Cataluña, en donde la ambigüedad de los nacionalistas les permite manejar la agenda con infusiones dosificadas de moderación, radicalismo o fundamentalismo, según convenga. Y lo extraño es que algunos están tan hipnotizados que cuando los nacionalistas se pasan al fundamentalismo nadie les responde ni contrapesa. Por eso, el oasis juega siempre a favor de los mismos.

Y como opino que todo el mundo debe ser consciente de que nos estamos jugando el resolver de una vez el último de nuestros problemas seculares, el de la integración de España, creo que es imprescindible dejarse de pastelear, y llamarle a las cosas por su nombre: las personas son respetables mientras no agredan, pues entonces hay que defenderse y/o ponerlas a buen recaudo. Pero las ideas pueden ser geniales, correctas, estúpidas o aberrantes, y hay que calificarlas con el adjetivo correspondiente para aclararse de una vez.  Porque las personas podemos ser cualquiera de estas cosas, según nuestras opiniones, pero no tendremos la posibilidad de rectificar y ascender de nivel si no se nos critica y califica. Aunque, francamente, es muy posible que algunos sean como tarugos, zoquetes de piñón fijo a los que es imposible mover de posiciones inmóviles por siempre jamás. No obstante, hay que intentarlo, por respeto a la dignidad humana, que cada uno debe acreditar con su comportamiento.

 

Pero todo ello es agotador... y aprovecho, al hilo de todo esto, para hacerles una confesión: decidí escapar de la actividad política cuando finalizó la transición y, por tanto, ya no era necesario entregarse a fondo a la construcción de la democracia, y además cuando me cuenta de que la política práctica exige una paciencia a prueba de bomba, una capacidad férrea --- un "culo de hierro", se decía hace años--- para malgastar la energía, el tiempo y la inteligencia en debates, reuniones y, muchas veces, malos ambientes procaces, a fin de conseguir difundir lo obvio. Por eso me dije: "mira, tú estudia, encuentra un canal de difusión, expresa tus ideas y procura no enredarte aún encima en laberintos dialécticos. Si te leen, bien; si te hacen caso, mejor. Y si no, pues intenta descubrir por qué, y corrígete si te equivocas. Y si aún así nada, pues mala suerte, y allá ellos-todos".

 

Pero vuelvo a retomar el hilo, para decir que en Cataluña existen unas cuantas aberraciones y algunas estupideces que parecen reconsagradas como tabúes intocables. Y ya es hora de intentar pinchar tanta burbuja cultural.

 

Para empezar, la idea de independencia: ¿pero cómo se puede ser tan estúpido como para defender la independencia en un país multiétnico, con una identidad cultural y política dual, en una España que por primera vez en su historia va en el pelotón de cabeza, y en un contexto europeo que nos ayuda a caminar hacia delante a todos? ¿a dónde queremos ir: al limbo albano, a hacer cola detrás de Turquía, o al infierno balcánico de hace unos años?¿Qué sucede?, ¿es que no nos damos cuenta de que el tiempo pasa, y seguimos pensando con categorías del siglo XIX?

 

Para continuar, la idea de Nación: ¿es que no se dan cuenta de que es aberrante defender la "plurinacionalidad del Estado" y no defender la "plurinacionalidad de Cataluña"? ¿O sería mejor decir la "plurinacionalidad de la Generalitat"?¿En qué identidad sitúan ustedes al cincuenta por ciento o más de catalanes no autóctonos? ¿En el limbo de la falta de identidad o en la asimilación forzosa? ¿Les parece democrática alguna de las dos soluciones? ¿No se definen ustedes como demócratas? ¿O sólo lo son mientras ganen, y no cuando tienen miedo a perder, y entonces hacen campañas electorales franquistas en las que deslegitiman a los que no comulgan con sus creencias?

¿Por qué no borran de una vez el término "nación" del vocabulario político y se quedan con la idea de patria, que es más abierta, plural y cívica? Fíjense en algo de lógica elemental: la patria puede ser plurinacional, la nación no. Sería una "contradictio in terminis".  En fin, la continuación de esta aberración indefinidamente, después de multitud de años de democracia, hace al concepto de nación inútil, una rémora que conduce a la estupidez perceptiva y al bloqueo de la racionalidad.

Si el problema es idiomático y cultural, busquen soluciones pragmáticas de equilibrio de la realidad plural. La "España plural" que reivindican algunos, para ser una reivindicación coherente, exige también la "Cataluña plural". Pero si de lo que se trata es de extraer conclusiones políticas de realidades culturales, súbanse a la máquina del tiempo y vuelvan al siglo XIX, pues pertenecen a otra época. ¿No les parece algo ilusionante y digno la idea de España y Cataluña como patrias plurales, complementarias y no antagónicas? Si las cosas no van por ahí, reventará la convivencia, antes o después.

 

Otra aberración encadenada a la anterior es la del concepto de "anticatalán" que Vds. aplican con tanta frecuencia, a grupos como el PP, o a individuos que no comulgan con sus tabúes y mitos. ¿Quién es anticatalán, el que no es nacionalista? ¿Los sucursalistas que tienen vínculos de cooperación y solidaridad con otros territorios o con el conjunto de España? ¿Qué son los anticatalanes, apátridas, españoles, o meramente seres indignos de formar parte de la comunidad mística definida tan groseramente por ustedes? ¿O las tres cosas son lo mismo? ¿Es compatible con la democracia y el pluralismo que ustedes tanto reclaman de puertas afuera el aplicar el estigma de anticatalán a los demás? Si alguna vez deciden pasarse definitivamente al fundamentalismo tendrían que buscar una estrella de otro color distinto al amarillo, u otro símbolo, porque tampoco podría ser azul o roja, para endosársela a los anticatalanes.

 

Otra aberración que se manifiesta estos días es que algunos no consigan saber si ERC es nacionalista o de izquierdas; si el PSC es de izquierdas o nacionalista; o si CIU y el PP son aliados o no. ¡Jo, menudo barullo aberrante que tenemos por aquí!

 

En fin, termino porque tener que intentar razonar sobre lo obvio es agotador, como les decía líneas arriba. Hace años que vengo diciendo estas cosas y cada vez me confirmo más en que no estoy equivocado, sino que lo que sucede es que escribo para un medio impermeable. Hace falta un vuelco, que cada vez está más próximo, para que la realidad entre en algunos cerebros y medios sociales. El tiempo va en esa dirección: esperemos que entre tanto no se vayan a cometer burradas... disculpen, aberraciones graves y perjudiciales.