EL CONSEJERO DE ZAPATERO
Artículo de Germán Yanke en “Libertad Digital” del 11.06.2003
El anuncio de Rodríguez Zapatero de que su partido apoyaría
al PP en Álava coincidió el lunes con la noticia de que ese mismo partido, el
PSE-PSOE, se estaba reuniendo con la coalición PNV-EA. No era un encuentro
cualquiera ya que, además del secretario general de Eusko Alkartasuna,
estaban los presidentes del PNV en las tres provincias vascas y los
secretarios generales de los socialistas en los mismos territorios, además
del miembro de la ejecutiva de los socialistas vascos encargado de las
relaciones institucionales.
Quien conozca someramente el modo de actuar del PNV sabe que una reunión así,
sin ningún miembro del máximo órgano del partido (el EBB), no se celebraría
sin su consentimiento. En el PSE-PSOE debería ocurrir lo mismo pero el
desastre organizativo es tal que ya no se puede afirmar. Lo apunto porque,
además de la reunión, es importante saber cómo se fraguó, si hubo previos
contactos entre ambas ejecutivas o se preparó como el antiguo encuentro entre
Rodríguez Zapatero e Ibarretxe (a pesar de que el primero haya dicho
recientemente que él nunca se ha reunido con dirigentes del PNV). Es decir,
si en este intento de recomponer relaciones ha tenido algo que ver la química
entre químicos, las relaciones entre Rubalcaba y el portavoz del Gobierno
vasco José Jon Imaz.
El señor López, secretario general o casi de los socialistas vascos, ha
apuntado que su partido se reúne con todas las fuerzas democráticas y que no
hubo acuerdo alguno en ese encuentro. Valga, para el PNV, el favor del elogio
de democrático justo cuando se entrega de lleno a la batalla contra el Estado
de Derecho. Pero los nacionalistas que estuvieron en la reunión han
comunicado ya a sus jefes y colegas que los socialistas, muy amables,
hablaron de la recomposición a medio plazo de las relaciones y pidieron
comprensión para acuerdos con otras fuerzas, el PP, en función de una presión
social y del impulso del PSOE, señalando que las cosas podrían muy bien
cambiar el próximo año, es decir, tras las elecciones generales. Es
paradójico: para López y sus amigos del PSE las indicaciones de Rodríguez
Zapatero son sólo sugerencias o declaraciones previamente pactadas, pero
ellos pueden anunciar al PNV el cambio de política gubernamental respecto al
nacionalismo si el PSOE gana las próximas elecciones, por más improbable que
sea cada día que pasa.
El “error vasco” de Rodríguez Zapatero es doble, o triple. Primero, aceptó el
consejo (¿de quién?) de que Nicolás Redondo había acabado su carrera política
el 13 de mayo de 2001, justo el día en que los socialistas vascos obtuvieron
el mejor resultado de su historia. Segundo, dio carta blanca a Ramón Jáuregui
para rehacer el partido en el País Vasco y no pudo impedir que López y
Eguiguren se hicieran con las riendas del mismo, obligándose asimismo a
defender una y otra vez lo indefendible, es decir, al mismo tiempo, el Pacto
por las Libertades y contra el Terrorismo y la tesis de López de que el
entendimiento con el PP es, en principio, frentismo. Tercero, se dejó
convencer (¿por quién?) de que hacía falta un partido “más vasquista”
resultándole imposible definir lo que eso significaba. El resultado, el caos,
por mucho que Rodríguez Zapatero quiera reconvertirlo en un modelo de
coherencia y cohesión nacional.
Los que quieran que el secretario general del PSOE sea presidente del
Gobierno deben averiguar con urgencia quién es el muñidor de todo eso, o el
consejero maldito, y alejarlo de Ferraz.
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